Resolución de conflictos
Comunidades étnicas
Soluciones disruptivas
La relación entre los pueblos petroleros del Putumayo y las empresas petroleras ha estado marcada por tensiones debido a los impactos ambientales en los territorios, a los conflictos sociales y a los desafíos en la distribución equitativa de los beneficios de la extracción.
El Problema
A lo largo de los años, la relación entre las comunidades locales y Ecopetrol se ha caracterizado por la desconfianza.
En su interés por promover una cultura de paz y resolución pacífica de conflictos en la región, el PNUD empezó un proceso de mediación entre las partes. Pero el panorama con el que se encontró no fue nada alentador.
Cada actor tenía intereses y preocupaciones distintas, lo que dificultaba la identificación de soluciones consensuadas; no había canales efectivos de comunicación; y la percepción de poder desmedido complicaba cualquier intento de mediación
El gran reto que tenía el PNUD era: ¿Cómo propiciar un diálogo transparente y constructivo entre los principales actores de los pueblos del Putumayo y Ecopetrol? ¿Cómo encontrar soluciones a través del consenso?
En un principio el cliente nos pidió diseñar un folleto para orientar una unidad de diálogo en diferentes regiones y comunidades del país acerca de la retribución de los hidrocarburos en los territorios.
En el proceso nos dimos cuenta de que necesitábamos una herramienta mucho más poderosa, que fuera más allá de lo informativo y que promoviera una visión común.
La solución
Por este motivo ideamos una forma distinta de trabajar el diálogo ciudadano a través de un juego de mesa sencillo pero profundo llamado Bosquespejo: el juego de la retribución.
¿Cómo lo hicimos?
Reconocimos la complejidad de las dinámicas sociales y las tensiones existentes
Para entender esto tuvimos varias sesiones con el PNUD. Entendimos que en este conflicto había muchos actores involucrados: población indígena, población campesina, los alcaldes y alcaldesas de cada pueblo, funcionarios públicos, y las empresas petroleras. Cada uno de ellos tenía un punto de vista e intereses distintos. Identificamos que gran parte de las causas del conflicto estaban en el desconocimiento. Los habitantes de los territorios no tenían claro cómo funcionaba la repartición de las regalías de los hidrocarburos en sus respectivos pueblos. Finalmente, determinamos que para hacer de la mediación un éxito lo fundamental era que cada una de las partes involucradas estuviera en la capacidad de ponerse en los zapatos del otro.
Diseñamos una hoja de ruta que abría las puertas al diálogo
Es por eso que diseñamos un juego de mesa en el que había distintos personajes que correspondían a los roles de los distintos actores involucrados en el conflicto. Para que todo tuviera sentido creamos una narrativa que contenía la historia de un pueblo inventado del Putumayo llamado Bosquespejo, también incluía un perfil por cada personaje con sus respectivos deseos e intereses (Andrea, la encargada de liderar el enfoque social de la petrolera, Ana, una lideresa comunitaria de Bosquespejo, entre otros). Este no iba a ser un juego como los otros: cada jugador debía encarnar a uno de los personajes y para ganar tenía que cumplir unas tareas que correspondían a unos intereses y deseos específicos, al final todos los participantes al seguir sus intereses personales, ignorando los intereses del pueblo, perdían.
Lo que el juego terminaba demostrando es que a pesar de que todos los personajes quisieran lo mejor para el pueblo, en ocasiones, las visiones de unos excluían las intenciones de los otros, y llegado ese punto quedaba claro que lo importante era sentarse a hablar y negociar.
Diseñamos una guía clave que contextualizó la realidad nacional que se vive alrededor de las regalías de los hidrocarburos y facilitamos la apropiación, accionabilidad e incidencia del juego de mesa
Imprimimos cien juegos y los llevamos a las mesas de diálogo de distintos pueblos en el Putumayo. Los distintos actores involucrados jugaban el juego y al final un facilitador se encargaba de detonar conversaciones alrededor de la experiencia. Nos dimos cuenta que contrubuímos a crear un ambiente de empatía, en el que las distintas partes podían dialogar en igualdad de condiciones.
Ante el éxito de esta primera fase nos pidieron imprimir 400 juegos más.